Gracias a un retraso descomunal esperando al tranvía (media hora!), no pude coger el autobús que quería para ir a Bratislava, asi que cogí el siguiente. Aquí hay autobuses a cada hora para ir a Bratislava. Y tardan una hora y media, es extraño... son las dos capitales de país más cercanas del mundo.
Para las 12 estaba en Autobusoba Stanica, o sea, la estación de autobuses de Bratislava. Allí esperaba poder conseguir un plano de la ciudad, como en cualquier estación de autobuses del mundo, pero resulta que no había... he echado a andar, y he sobrevivido sin plano, todo el día en esta ciudad. Gracias a algunas indicaciones que hay en las calles, y a un mapa de la ruta del autobús turístico (donde solo viene el centro). Aún no me explico cómo he encontrado la estación de autobuses para volver. Supongo que es porque me iban sonando las calles.
Bratislava es una ciudad pequeña. Me recuerda muchísimo a Granada. Puedes recorrerte todo el centro histórico andando. Subir al castillo. Todo con unas callecitas muy estrechas y cuestecitas. Muchos puestecitos con cositas por las calles. Muy barata (viniendo de Viena, daban ganas de llevártelo todo...), un helado 50 céntimos... y sientes la impotencia de saber defenderte en inglés, francés, español y alemán, y que no entiendan ninguno de estos idiomas (excepto en algunas tiendas). Bratislava, a diferencia de Viena no está de espaldas al Danubio (Dunaj en eslovaco).
También es muy curioso que en Bratislava, además de encontrar souvenirs de esta ciudad, puedes encontrar los mismos souvenirs de Viena, algunos más baratos, otros más caros, y otros igual...
Y tras un largo día de caminata por esta ciudad, regreso a Viena. He llegado a las 9 a la residencia, cansadísima. Aún no sé qué plan tengo para mañana...
Buenas noches!!!
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